• El número de hogares que vive en alquiler cae en casi 160.000, mientras que el de los que han empezado a pagar hipoteca se dispara en 170.000

  • Los domicilios de personas que no forman núcleo familiar, los monoparentales y los de pareja con hijos abandonan más intensamente el mercado como arrendatarios

La pandemia ha alterado tanto nuestro modo de vida que ha llegado incluso a modificar de forma notable el régimen de tenencia de la vivienda respecto a las tendencias observadas en los últimos años.

En concreto, desde la aparición de la COVID-19 se ha producido una caída en el número de hogares que viven en régimen de alquiler. Y, al mismo tiempo, un aumento de las familias que han comenzado a pagar hipoteca tras haber adquirido una nueva vivienda, decisión que, muy posiblemente haya sido consecuencia del largo periodo de confinamiento y las posteriores restricciones a la movilidad de la población.

Según los datos de la última Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE) el número de hogares que residían en régimen de alquiler en el año 2020 cayó en 156.800 respecto a 2019.

Se trata de un descenso cercano al 5% que contrasta con la tendencia al alza que mostraba este mercado en España desde 2013 de forma casi ininterrumpida. Ese año el 16,1% de las familias españolas vivía de alquiler, porcentaje que se elevó al 18,3% en 2019. El año pasado, sin embargo, descendió de golpe hasta el 17,3%.

Este menor interés por arrendar ha tenido reflejo en los precios. Según un informe de Idealista, vivir de alquiler es en marzo de 2021 un 3,8% más barato que hace un año.

Y respecto a los máximos históricos registrados en septiembre de 2020 los precios del alquiler han bajado más de un 6%.

Más vivienda en propiedad

En el lado contrario, llama la atención el aumento que se ha producido entre las familias con vivienda en propiedad con pagos pendientes. Este grupo ha crecido en 169.500 respecto al año anterior.

Este incremento se debe, en parte, a que la población está sustituyendo su vivienda por otra de características diferentes como consecuencia de la pandemia. Tras el confinamiento se buscan inmuebles más grandes y, si se puede permitir, con zonas verdes. Y, para ello, toca volver a hipotecarse.

El último informe de pisos.com comenta precisamente este aspecto y señala que se está tratando de dar salida a viviendas pequeñas para optar por otras de mayor tamaño. Para su director de estudios, Ferrán Font, “la pandemia ha marcado un antes y un después en nuestra forma de vivir y convivir”.

Por su parte, los hogares que residen en una vivienda en propiedad totalmente pagada, heredada o donada han aumentado en 58.500. Y los que disponen de un inmueble cedido gratis o a bajo precio por otro hogar o una empresa han crecido en 57.900 respecto al año anterior.

Menos alquiler entre los no familiares

Es evidente que todos los regímenes de tenencia han crecido, salvo el alquiler. Pero en este punto resulta interesante analizar cómo ha evolucionado el abandono de este mercado por tipo de hogar, es decir, por la relación de las personas que residen en la vivienda. Porque no en todos los casos la evolución ha sido similar.

Los hogares formados por personas que no forman ningún núcleo familiar entre sí (por ejemplo, los de estudiantes o compañeros de trabajo) han sido los que han abandonado de forma más intensa el mercado del alquiler. Se han reducido un 9,2% entre 2020 y 2019.

El alquiler de habitaciones, muy usual entre los estudiantes hasta el confinamiento, se ha visto afectado igualmente. Según pisos.com, los contactos para este tipo de alquiler bajaron un 15% el año pasado.

Comprar en lugar de arrendar

Por su parte, el número de hogares monoparentales (padre o madre con hijos) que vive de alquiler ha descendido un 6,4%. Y los formados por pareja con hijos un 5,5%.

En ambos casos, se ha producido una sustitución entre vivir de alquiler y pasar a pagar una hipoteca, mucho más intensa entre los hogares monoparentales (los que residen en vivienda propia con pagos pendientes han crecido un 11%), que en aquellos formados por pareja con hijos (3,6%).

También ha bajado casi un 5% el número de hogares unipersonales y el de los integrados por parejas sin hijos que vivían de alquiler el año pasado.

Reagrupamiento familiar

En el lado contrario encontramos los hogares formados por dos o más núcleos familiares, cuyo número ha aumentado un 7,9%.

Un incremento que refleja el reagrupamiento que se ha producido ante las dificultades económicas sufridas durante la pandemia por gran parte de la población. A muchas personas no les ha quedado otra que regresar al nido familiar o albergar en su domicilio a ascendentes y/o descendentes.

Queda por comprobar si las vacunas, el alivio de las restricciones de movilidad y, en general, la deseada salida de la situación de pandemia provocan que el régimen de tenencia de la vivienda de las familias retorne a la evolución previa a la COVID-19.

O si, por el contrario, se acentúan las nuevas tendencias surgidas con el virus. Font es más partidario de esta segunda vía. Para este experto, la propensión al cambio en la tipología de los hogares será una realidad en unos años.

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